sábado, 12 de noviembre de 2011

Quinto reporte del libro Cien años de Soledad. Segundo parcial

 Después de la interrupción de José Arcadio, liberaron al coronel Aureliano Buendía, y así fue como partieron hacia Riohacha a liberar al general revolucionario Victoriano Medina. Cuando llegaron  Riohacha, el coronel había sido fusilado, por lo que los hombres del coronel Aureliano Buendía lo proclamaron jefe de las fuerzas revolucionarias del litoral del Caribe; él asumió el cargo, pero rechazo el ascenso, y se puso a sí mismo la condición de no aceptarlo hasta que terminaran con el régimen conservador. Durante tres meses lograron armar  más de mil hombres, pero fueron aniquilados. Pasando el tiempo se supo de ellos nuevamente y ya habían desembarcado en el Cabo de la Vela, procedentes del archipiélago de las Antillas, y una parte del gobierno divulgado por telégrafo y publicado en bandos jubilosos por todo el país. Así empezó la leyenda de la ubicuidad del coronel Aureliano Buendía.
El gobierno nacional lo asimilo a la categoría del bandolero y puso a su cabeza un precio de cinco mil pesos. Después de un tiempo, el coronel Aureliano salió de la Guajira con casi dos mil indígenas armados, y la guarnición sorprendida durante el sueño abandono Riohacha. Ahí estableció su cuartel general, y proclamo la guerra contra el régimen.  La primer orden que recibió fue el de matar al coronel Gerineldo Márquez en el termino de cuarenta y ocho horas, sino se replegaba con sus fuerzas hasta la frontera oriental.

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